lunes, 8 de octubre de 2012

Sexualidad tántrica

...Todo sucedía muy deprisa. Como si la acción no contase con mi presencia, me era complicado seguirla. Me encontraba frente a la puerta de un aula de una escuela y estaba esperando a que abriesen. Desde el interior se escuchó un chasquido, el picaporte giró con cuidado. Se escuchó:
-"Ya puedes pasar."- Era Flor de Lis. Como en tantos otros ensueños nos habíamos encontrado de nuevo. Al parecer iba a hacer de maestro esta vez. A pesar de todo me sentí sorprendido de su presencia, desorientado, balbuceé:
-"¿Qué se supone que hago aquí?
-"Vienes a pasar la prueba, ven, no te quedes ahí."
A penas levanté el rostro y me dispuse a entrar, no había copletado ni el pimer  paso cuando sentí un latigazo de pánico cruzándome de arriba a bajo ante la escena que se encontraba en el interior del aula; El suelo era una alfombra pardusca que se retorcía, las mesas parecían vomitar incesantemente vísceras verde bilis, pues todo, absolutamente todo estaba cubierto por serpientes de todo tipo.Recuerdo ver pitones, víboras, cascabel, mambas negras, pitones albinas, corales, culebras, y diversas variedades que no supe identificar pero las dí por peligrosas y traté con respeto por un posible envenenamiento.
La orden de Flor de Lis fue que esperara en el umbral de la puerta, fuera de clase.
-" Te tienes que entregar sin miedo".-Y añadió.-"Si dudas, si te sacudes por el temor, si exudas miedo, un movimiento en falso y morirás."
Aunque no lo parezca me pareció tranquilizador el consejo  y me entregué a morir, porque un "guerrero" se entrega al cien por cien en la batalla, lucha con la muerte como compañera pues no posee nada y así, nada que perder...
Entré, me mantuve de pié, firme pero relajado, con los brazos extendidos en cruz y respiré hondo, el sudor frío era inevitable y las serpientes comenzaron a cubrir mis pies, a retorcerse entre ellos. La sensación era perturbadora, húmeda, viscosa... pero ellas parecían disfrutar. Era como si mi tormento las excitara. La fricción de piel contra piel las hacía jadear...
...Y jadeaban con voz de mujer, es algo que dificilmente puedo explicar, pero trepaban por mis pantorrillas, rodillas, gimiendo...me traían una desbordante paz.
A estas alturas y sumido en éxtasis decidí acabar lo antes posible y me arrodillé con la cabeza en el suelo, sometido, para que me cubriesen con más facilidad. Mi paz era inmensa.

Entonces, cuando estaban a punto de cubrirme por completo Flor de Lis me tomó del hombro con un palo y me ordenó:
-"En pié! Son ellas las que se tienen que someter a tí, no tú a ellas."

Me levanté como pude porque el peso de ellas sobre mis espaldas era considerable, mis piernas: un nudo de emperatrices. Mi figura erguida parecía estimularlas más, gimiendo con fuerza, se contoneaban como mujeres en el coito, de hecho se entreveían fogonazos de mujeres disfrutando, agarrándose los pechos, transformándose en serpientes. Las serpientes traslucían fuego, llamaradas, y el fuego se movía como una mujer, podía verles perfectamente el sexo y yo era testigo de su placer porque podía sentirlo como mío propio. A la altura de mi pecho, cuando prácticamente no me podía mover, una de ellas en pleno éxtasis orgásmico, cerrando los ojos, mientras inclinaba la cabeza hacia atrás abrió la boca y desenfundó sus enormes colmillos goteantes de lujuria.

A penas podía contener mi pánico, me iba a hincar los colmillos en el hombro y no iba a poder hacer nada. Recordé mi entrega completa, me tiré a morir, así  cesó mi intención, carecía de todo apego, incluso a la vida. La boca de la serpiente se avalanzó sobre mí y me mordió, con tanta suavidad como lo hacen los amantes. Su gemido fue enorme. Mi estado era lúcido, tenía la comprensión de un sabio, me sentía uno con las emperatrices, era un ser formado de serpiemtes envenenadas en sexo. Miraba fijamente al frente en estado búdico. Ahí fue cuando la ví, no se como se me había pasado desapercibida antes, una enorme cobra imperial negra me devolvía la mirada entronizada en una de las mesas. Su porte era majestuoso, soberana de todo conocimiento, abrió su corona, seductora, como una mujer que descubre sus pechos generosos.
Mi cabeza se sacudía de lado a lado suavemente en pleno estado de Zikir, pero mis ojos estaban fijos en la cobra.

Respiraba con profundidad, en paz, las serpientes se me anudaban al cuello estrangulándome, pero mi respirar era libre, vivo, exalaba aire fresco. Un escalofrío de éxtasis me subía por la columna, comenzó en el coxis y cuando llegó a mi nuca vi como la cobra estaba experimentando lo mismo. Sumidos en un estado de profundo placer pacífico, aéreo, de sabiduría trascendente, de comprensión lúcida del mundo, la conciencia y el cosmos entrando en comunión sexual, uniéndose. Ambos nos cubrimos en un orgasmo, ebrios de ambrosía, exalábamos a la vez, nos retorcíamos a la vez, sexualizábamos a la vez, desligados de toda pasión, sin lujuria, sin apego, sin contacto, eramos uno y lo mismo.
A través de ese flujo de energía sexual todo puede ser creado, girando en una eterna espiral de opuestos sin oposición. Teniendo al torrente masculino como canalizador de la Santa Simiente y al torrente femenino como Santo Vientre receptor, por siempre fértil y glorificado por los santos. Plena de Sabiduría, capaz de dar forma a toda esencia masculina por la que sea bañada, creadora de toda materia, ley física, conocimiento científico, trascendente, filosófico, artístico, arte esotérica, adivinatoria, sanadora ... cuna protectora del Hijo de David, el Despierto.

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