domingo, 21 de octubre de 2012

Experiencia de Adoración




 
     Fuí a la cama después de haber pasado toda la noche en el sofá sintiendo una contínua sensación de ligereza en el pecho. Parecía no ir a cesar este estado de recibir, de estar sumido en la Gracia, de tal modo que se prolongó hasta que me quedé dormido.

      No sé cuánto tiempo transcurrió, pero supongo que bien entrada la madrugada, el latihan se abrió en mi pecho y lo inundó todo de luz blanca. Era tan intenso el éxtasis y el vibrar que desprendía que me despertó. Me mantuve placidamente tumbado a ocuras, sintiéndome en el Interno y la luz se intensificó: ante mi sorpresa, completamente despierto y con los ojos abiertos, empecé a escuchar un murmullo que creció hasta convertirse en unas voces cantando. El sonido parecía ser producido por la fricción vibrante entre los filamentos de luz que brotaban de mi corazón. Eran voces blancas con las que yo también cantaba a coro,  similares a  las de niños entonando la A clamando  las Glorías del Dios Vivo por toda la eternidad. Mi Ser entero era bañado por la fuerza Roh Kudus, la fuerza angélica, incomprensible para la mente humana. 


 Seguí sometido y un aroma inundó la estancia: olía a rosas frescas. Las rosas más intensas que jamás había olido, en su sustancia se degustaban matices a humedad y planta viva. Inspiraba aquella maravilla y me embriagaba de éxtasis y ambrosía. Sintiendo mi olfato despierto, el sentido más espiritual de los cinco, pues es a través del olfato que nos es dada la respiración, ejercitada en muchas de las disciplinas espirituales, lazo de unión entre la carne y el éter, cualidad del Aliento Divino y la esencia misma del Ser. Entonces despertó mi vista también, y pude contemplar el mundo del que provenían aquellos cantos y fragancias. Mundos de luz y claridad, hordas de Querubines dorados sobre multitud de nubes en malva, cascadas de oro y púrpura que se entrecruzaban como un fuego sereno que todo lo calmaba. Me sentía muy bien, me hubiese dejado morir allí mismo. Aquella sensación me era tan nueva como familiar. Recordaba perfectamente aquel lugar, lo había visitado antes:
  Yo era muy pequeño, un bebé de meses, los adultos solían llamar mi atención, pero si me dejaban descansar tranquilo regresaba a aquel lugar dorado y fucsia donde las almas son recién nacidas.

La experiencia no cesó, me dormí de nuevo en aquel estado de paz con el pecho repleto de alegría y Vida Nueva. Por la mañana me desperté renovado. Practiqué con diligencia mis oraciones y latihan. Cada latir era una Bienaventuranza  bendecida por el Señor. Me emocionaba con facilidad al tiempo que lloraba de alegría, desayuné y comencé mi día con esperanza dando las gracias a Dios.

Aconteció durante el Santo mes de Ramadán del año 2012.

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